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Sophie Brahe

Sophie Brahe

Sophia Brahe nació en Knudstrup en 1556, hija de Otte y Beate Bille Brahe y sí, para quienes os sonara el apellido, hermana del célebre astrónomo Tycho Brahe. Además de Sophia y Tycho, sin embargo, había otros ocho hermanos, de los cuales Sophia nació última.

De familia noble, ya en 1573 Sophia comenzó a asistir a su hermano en las observaciones del cosmos, lo cual despertó su interés por los astros, aunque además de observaciones estelares, como cuenta Tycho, éste también entrenó a su hermana en los campos de la horticultura y la química, eventualmente aconsejándola no optar por dedicar todo su tiempo a la astronomía.

Sophia hizo oídos sordos, y al final su hermano tuvo que reconocer que observaba con orgullo cómo Sophia estudiaba astronomía por su cuenta, de manera autodidacta, absorbiendo de los libros los conocimientos que consideraba oportunos… tuvo incluso que costearse traducciones al alemán de libros de astronomía que estaban escritos en latín, para así proseguir sus estudios.

Tycho siempre habló maravillas de su hermana pequeña, hasta el punto de declarar su admiración por su animus invictus, es decir su mente resuelta. Mente resuelta la que la llevó a casarse con Otto Thott en 1577 y a tener un hijo con él, cuatro años después, aunque sólo justo antes de que Otto falleciese en 1588. “Tengo una hermana llamada Sophie, difunta hace seis años. Su marido era un hombre bueno, un hombre noble”. Esta fueron las palabras de Tycho años después del fallecimiento de Otto.

La etapa posterior a su enviudamiento sirvió a Sophie como base para el desarrollo y puesta en práctica de los conocimientos de horticultura adquiridos en su infancia, ya que tuvo que encargarse de los bienes y fincas que Otto dejó en legado hasta que su hijo cumpliera la mayoría de edad; destacan los famosos jardines de Ericksholm, en su casa de Scania, a los que su hermano se refirió como “únicos en estas partes del mundo tan septentrionales”; levantó una jungla exótica y extraña en un páramo hasta entonces desolado.

Resulta evidente que parte de su empeño en crear un jardín hermoso y diverso manaba del vacío que Otto dejó en su alma, por lo que cuando los jardines de Ericksholm (hoy Trollehom) estuvieron terminados, Sophia dirigió sus esfuerzos nuevamente hacia la química, lo cual la llevó, exitosamente, a suministrar a los pocos años medicamentos espagíricos a sus amigos y demás conocidos de la clase alta de la sociedad, aunque también, según se cuenta, de forma gratuita a los más pobres.

Todo esto no saciaba a Sophie, ni a su ambición intelectual, en ocasiones desmedida (… pero la fortuna favorece a los valientes, como dice Virgilio), lo cual hizo que la parada siguiente fuera la astrología, y las largas horas que dedicó a la predicción basándose en horóscopos. Su hermano Tycho no estaba del todo de acuerdo en este giro, aunque nunca dudó en referirse a Sophia como su “hermana culta”.

Afortunadamente, en una de sus muchas visitas a la isla de Hven (para ver a Tycho), Sophia conoció a Erik Lange, un hombre cultivado y rico, y especialmente interesado en la alquimia… pero fue la propia alquimia la que le hizo caer en desgracia, totalmente arruinado, poco tiempo después de haberse comprometido con Sophia en 1590. No es hasta 1602 cuando finalmente y tras buscarle por toda Europa, Sophia consigue casarse con un indigente Erik Lange.

En 1613 el destino volvió a entristecer el camino de Sophia, llevándose a Erik; ella dirigió entonces todos sus esfuerzos a la genealogía, y en 1643, ya muy anciana, falleció en Elsinore.

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